El nadaísta Elmo Valencia...
Elmo Valencia
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Eduardo Escobar, Jotamario Arbeláez y Elmo Valencia, en el café El Automático |
Por Gonzalo Arango
“La fidelidad no es una virtud
ni un prejuicio, sino una amistad hacia Fidel”. ---“Camilo no disparó contra los
soldados, sino los soldados contra él. La prueba es que lo mataron”. --- “Francois
Sagan me dijo en París: si el nadaísmo tuviera importancia, hoy no sería tan
importante”. ---
Elmo Valencia, alias el “Monje
loco”, nació en Cali, hace de eso tanto tiempo que ya no quiero ni pensarlo.
Hijo de familia de clase media venida a menos. Su único patrimonio era una
casita que vendieron para mandar a estudiar a Elmo a los Estados Unidos, lo
cual fue un perdedero de tiempo y de plata. Elmo estudió ingenería electrónica
en USA, pero después de seis años se graduó de parásito lareado. Hizo sus
primeras armas literarias con los Beatniks y en la “Army” norteamericana como “marine”.
Su servicio militar lo hizo en el mar, bajo las ódenes del general McKarthur, a
quien Elmo recuerda con cariño como “mi amigo Mac”. Aunque es cobarde no se las
dio de héroe y por eso está vivo. Políticamente era partidario de las piernas
de Marilyn Monroe, más que de la “Doctrina Monroe”, pues Elmo no cree en la
Casa Blanca, ni en la Plaza Roja, ni en Rojas Pinilla.
A los dos años de navegar por
cuatro mares, fue dado “ de alta”, o más bien “ de baja”, debido a que Elmo es
el nadaísta más chiquito de Colombia: mide un metro con 53 centímetros. Esto no
significa que no sea también uno de los más altos valores de nuestra
generación.
Al regresar a su patría después
de diez años de ausencia, encontró que el nadaísmo era el movimiento más
inteligente del país, después de la violencia, y se dedicó a hacer de la
literatura un crimen prefecto.
A pesar de su inteligencia,
Elmo camina como un cangrejo, muy desbaratado, pero tiene fama de ser el
bailarín más rítmico de los escritores de vanguardia. Entre otras cosas es un
as de copas para el ron y el cha cha chá.
Los deportes predilectos de
Elmo son la pereza y el fútbol. No creo que exista ningún ideal por el que Elmo
estuviera dispuesto a sacrificar su vida. Pero hay una cosa por la que Elmo se
haría matar: por el “Deportivo Cali”.
Elmo, a la luz del
psicoanálisis, padece el “complejo de Lolita”, descubierto recientemente por el
novelista Vladimir Nvokov. Esto es apenas natural si consideramos que Elmo ya
está cruzando el río de la vida y acercándose a la otra orillas. Pero para ser
justo con él, tengo que reconocer que posee el espíritu más juvenil, la risa
que le haría falta a Dios para reírse de nosotros, con inocencia.
Cada que Elmo consigue 20 pesos
por un poema, o por un amigo, coge un bus de la Flota Magdalena con rumbo a
Manizales donde tiene una novia de 14 abriles. En Cali posee también su harem,
mejor dicho, si kínder. Pues Elmo, ahí donde lo ven tan chiquito, inspira en
sus muchachas un amor casi paternal.
Nadie se casará con Elmo, por
dos razones: primero, porque tiene el defecto de ser muy inteligente, y
segundo, porque aunque Elmo es ingeniero electrónico graduado en Michigan,
nunca tiene un peso para invitar a su novia a comer helados. Pero cuando le
pagan cien pesos por una conferencia, como alguna vez en Manizales, entonces se
desquita y compra en el “Ley” un tarro de “Saltinas La Rosa”, que su novia le
agradece con más gusto que si le hubiera regalado un ramo de flores.
Hace años Elmo se embarcó en
una aventura con un grupo de poetas y
muchachas en busca de una isla perdida en el pacífico. Par ellos ese sueño se
llamó “Islanada”. Elmo era el capitán de la expedición, y sin saber para donde
iban se bajaron en el primer terronero que encontraron al salir de la Bahía de
Tumaco. Allá se murieron de hambre y sólo comían pescado del que les regalaban
algunos pescadores que de pronto pasaban por ahí. Como no se amaban entre sí,
terminaron por odiarse, y a los 20 días abandonaron “Islanada”, cada uno como pudo, en lanchas o
en canoas de pescadores que volvían a Tumaco.
Elmo fue el último en dejar la
isla, pero nunca llegó a Tumaco. Allá le esperaba el resto de la expedición
para partir hacia Cali. Después de un mes los periódicos registraron la noticia
de su muerte. Un titular anunciaba que Elmo había perecido ahogado en el
Pacífico. Nunca olvidaré aquellas lágrimas de J.Mario y yo en Bogotá, al saber
la muerte de nuestro amigo.
Sin embargo, se daba alguna
esperanza de que Elmo apareciera. La “Séptima flota” de Tumaco lo buscaba en
todas las islas, en todas las costas, inútilmente. Nosotros pensábamos en que a
X- 504 se lo había tragado una ballena –como él dice en uno de sus poemas--, a
Elmo se lo debió tragar un camarón.
Como los periódicos no volvieron
a decir nada, los nadaístas nos resignamos a su muerte, lentamente lo fuimos
olvidando, y todas las noches nos seguimos emborrachando. Entre tanto, Elmo
había desembarcado vivo en otras playas, más allá de las cuales empezaban las
selvas del Río Mira. Al pedir trabajo en un aserradero, lo nombraron inspector
de Bosques, con 200 pesos de sueldo. No tenía que hacer nada, excepto mirar los
árboles y dormir a es la mar de perezoso, se buscó una negrita para que le
preparara su ración de tiburón tres veces al día. Por culpa del tiburón, Elmo y
la negrita terminaron durmiendo juntos, y entre los dos hicieron un negrito a
quien bautizaron Hamlet Breton Valencia, en homenaje a Shakespeare y al
fundador del surrealismo. El bichito Hamlet Breton gozó de una efímera y
miserable existencia, y a los dos meses murió de un ataque de lombrices. Emérica,
que así se llamaba la negrita, estuvo inconsolable, y le echó toda la culpa al
tiburón de Elmo, cuya carne es maligna según supersticiones de los nativos.
Dos años después, Elmo renunció
a la maderera, y con la cesantía fundó un restaurante en la Bahía de Tumaco,
en compañía de Emérica Preciado. Se
llamaba “Sancochería Nadaísta”, y allá se podía almorzar por 80 centavos. Era
un hueco oscuro, lleno de moscas y de ollín, más sórdido que el infierno. El “Restaurante”
era administrador por suegra, una viejita sin edad que usaba sombrero de paja,
y tenía un solo colmillo filudo como un arpón. Se llamaba “mamá Pacha”.
Mientras Emérica se pasaba
pescando tortugas en el mar para el restaurante, Elmo se la pasaba leyendo a
Rimbaud en un rancho de paja frente a la bahía, y por las noches en las
tabernas jugando billas o bebiendo ron con las ganancias de la sancochería.
Cuando volvía al rancho a media
noche o al amanecer, ebrio de ron y de sexo, le pegaba a su mujer como
cualquier camaján de barriada, y si hacía tempestad y el océano rugía, Elmo desafiaba a las potencias tenebrosas de la naturaleza, y en el colmo del
delirio hacía oír el viejo grito de Rimbaud al abandonar a Europa: “Ahora estoy
maldito, tengo horror a la patria. Lo mejor es dormir completamente ebrio sobre
la playa… Esclavos, no maldigamos la vida”.
La pobre Emérita al oír estos
aullidos en medio de la tormenta, pensaba que “don Elmo” estaba loco, y se iba
a dormir al rancho de su mamá, pues Emérita sólo tenía 15 años.
Al fin Elmo empezó a aburrirse
como un condenado en aquel infierno de negritud y calor, y lo mandó todo al
carajo: al mar, a Emérita, y al restaurante nadaísta. Como no tenía dinero, un
aviador que había oído hablar de su aventura, al saber que eran el gran
escritor náufrafo Elmo Valencia, lo llevó gratis a Cali, como carga.
En Cali empezó a escribir una
novela con sus aventuras marinas que tituló “Islanada”, pero hace ya 5 años que
escribe y nada que termina.
Tomado de Revista Cromos, Reportaje en Onda Corta.
5 de septiembre de 1966
Cagada que cuando hablen de Islanada se comenté que el libro trata de lo que hizo Elmo en ese lugar, pero el libro comieza narrando el nacimiento del nadaísmo y cómo lo encarna su fundador, gonzaloarango, que el libro se llama Adán. Faltará ver qué sigue después en el libro porque apenas lo acabo de comenzar.
ResponderEliminarNo sé si hacer un juicio de valor sobre la vida del MonjeLoco, pero es que no me gusta ese "complejo de Lolita" o cualquier invención para justificar la pedofilia, flagelo tan grande en nuestro país hijo del patriarcado principalmente.
Lo que sí es cierto es que Elmo tiene un gran estilo, irónico y divertido. No sólo en la novela que ya mencioné, sino en sus cuentos como "Sabía usted que María tomó jugo de borojó?". Y no es sólo divertido e irónico, sino de una gran capacidad narrativa que se ve, en su mayor expresión y contento, en El universo humano. Creo que este es el mejor texto que ha escrito, no hay nada tan bello y fascinante. ¿Quién creería que un astronauta pueda hacerse en la madre? ¿No será que nos está hablando de esas relaciones tan profundas que tenemos con nuestras madres, nuestra realización personal y los sueños que tienen nuestras progenitoras para nosotros?
Lo del síndrome de Lolita, me parece asqueroso, ocultando bajo esa,denominación, la pedofilia y el degenero.
ResponderEliminarEn cuanto que se haría matar por una sola cosa, y es el Deportivo de Cali. Yo me pregunto, bajo esta expresión, cómo puede decirse siquiera que es un hombre muy inteligente. Cómo puede un hombre inteligente ser fanático de un grupo deportivo tan mediocre, y a parte darle tanto espacio psicológico fútbol.