Renuncié y no me he muerto de hambre...
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Fotografía de la escritora James Tiptree, Jr. |
Renuncié a mi trabajo y no me he convertido en un monstruo como Gregorio Samsa, estoy bien. De hecho nunca me había sentido con tanta energía creativa y me parece que eso es bueno.
Creo que la mayor parte de eso que llamamos presión social puede resumirse en una pregunta cotidiana: “¿En qué trabajas?, ¿Para quién o en dónde trabajas?” El mundo no está preparado para escuchar la respuesta de “haciendo realidad un sueño, un proyecto personal”, “obteniendo inspiración para mi libro”, “estoy creando una serie fotográfica de lo que la gente pisa con la suela de sus zapatos”, “hago dibujitos y los publico en mis redes sociales”, “me gusta ir a ver pelis y después reseñarlas en mi blog”, “hago croché”, ”tengo un taller de vitrales en casa”, “toco el Ukelele”, “entrevisto gente en la calle”, “hago malabares”, “bailo”, “cocino y experimento con alimentos”, o “viajo y cuento historias del movimiento del mundo”.
NO.
El
mundo no está preparado para escuchar que tienes escrita una lista
de objetivos idealistas, aunque sean específicos, medibles,
alcanzables, aunque tengan sentido y significado; y que además estés
tratando de tachar punto por punto de esta lista. El mundo además
cree que esa es la opción fácil, cuando en realidad cuesta y cuesta
desde adentro porque la verdad es que para ese mundo, es más fácil
complicar que simplificar.
Me
cuesta creer que haya gente de mi edad que sigue soñando con
jubilarse para dedicarse a aquello para lo que nació, cuando tenga
prescripción médica para enfermedades derivadas del estrés de toda
una vida, pantuflas y por fin libere la hipoteca de una casa llena de
cosas inútiles que no podrá llevarse a la tumba. ¿Por qué
seguimos viviendo como si fuera a haber tiempo siempre? (una vieja
pregunta).
Ayer
por ejemplo estuve caminando por el centro y curiosamente en
diferentes momentos, me encontré con tres amigos. Todos de escalas
socioeconómicas diferentes (así nos miden ¿no?). Uno es vendedor
ambulante de películas (tiene las mejores siempre), otro es
profesional, talentoso y empleado. El tercero, un gerente de un
importante lugar de la ciudad. Eran las 5:30 pm y los tres estaban
devastados, ojos rojos, lentos, torpes. No eran lo que yo he conocido
de ellos. Por supuesto me hicieron espejo, me vi a mi misma hace
meses, secándome.
Cuando
estamos ocupados nos volvemos estúpidos, estoy convencida de que las
mejores ideas, proyectos y la mejor versión de nosotros mismos surge
cuando nos regalamos tiempo… y esto es raro porque nacemos con
tiempo pero malvendemos las horas de nuestra vida a empresas y a
proyectos en los que no creemos y cuyos valores no compartimos.
En
la edad media, el Feudalismo decía que teníamos que poseer tierra
para ser felices, luego vino la era industrial inventando necesidades
que comprar para alimentar el capital y hacernos sentir miserables
sino lo teníamos y ¿ahora? No soy yo la única que siente que las
cosas están cambiando, ésta generación tiene muchas cosas qué
decir.
SER
+ HACER +TENER = NACER + ESTUDIAR + TRABAJAR + COMPRAR +REPRODUCIRSE
+MORIR
Todos
los días leo posts, tuits o converso con amigos y me convenzo de que
resulta extremedamente complicado obtener
éxito/felicidad/satisfacción o que nos vaya bien, haciendo algo que
no amamos. Yo creo que no hemos venido a este mundo a hacer cosas que
odiamos a cambio de unos cuantos pesos, sería pedirle demasiado poco
a la vida, y eso es algo que la muerte súbita de tres seres queridos
me ha enseñado.
Tampoco
es justo dejar de hacer algo que amamos por dinero y para ello hay
que estar muy conectado con los pocos deseos, deben ser pocos, que
nos son esenciales. (Ahora parezco Coelho… perdón, es lo que me
atraviesa en este momento y este es mi blog).
Hace
meses escribí una historia para una revista que me remuneró
económicamente por ello. No pude estar más feliz y lo tomé como
una señal. El editor, a quien admiro muchísimo, me reseñó como
“escritora colombiana”. Lo que me sorprendió de esto es que
alguien muy cercano a mí me dijo que era una pretenciosa, que yo no
era escritora “tenés que poner que sos abogada, ese es tu título”
¿Abogada? pero si yo no ejerzo, ¿Qué dirían los realmente
abogados de alguien como yo?
Voy
a cumplir 27 y tengo varios diplomas de los cuales uno o dos me hacen
sonreír. Al mirarlos comprendo que el oficio (hermosa palabra) no
nos lo da nuestro título. El oficio, nos lo da nuestro talento.
Escribir, para mí es una forma de respirar, no son solo signos de
colores que se escurren en una página, no es solo seguir llenando
libretas Moleskine compulsivamente.
Hace
poco leí que lo único que necesitamos para convertirnos en artistas
(léase Escritores) es la capacidad de asombro. He dedicado estos
últimos días a salir a buscar lugares y personajes que habitan el
mundo para encontrar así aquello que nos hace sentir vivos…a
todos.
Entonces,
¿no soy escritora? o ¿tengo que ganarme el premio Alfaguara, un
nobel, y esperar a que alguna editorial me haga digna de ser
explotada por las regalías de un libro para que después me
entrevisten y algún círculo de intelectuales me destroce? o ¿puedo
seguir autopublicándome, escribiendo por encargo y seguir creando
con confianza y disciplina?. El mundo necesita seres que pongan su
talento a circular en este proyecto colectivo que se llama planeta
tierra. Así vibra la cosa, nada es original pero vale la pena poner
al servicio de los demás esas pequeñas cosas que bien enfocadas nos
hacen únicos y así ir desarrollando y perfeccionando lo que amamos
hacer.
¿Y
esto cómo para qué o qué?
Para
vivir. El dinero llegará como consecuencia, como valor o señal de
que le estamos aportando algo al mundo o a la sociedad a la que
elijamos pertenecer. Esto hasta el más racional lo sabe, el dinero
fluye y como se va, vuelve. Después de todo el dinero es, lo que
hagamos con él. Algunos aún sueñan con acumularlo… yo creo que
en ese sentido, es más importante la creatividad que el dinero.
Me
quedo con esa frase que le escuché a Pepe Mujica, uno va haciendo
suyas algunas frases, “Cuando tú compras con plata, no compras con
plata, compras con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para
ganar esa plata”… hay que escuchar a los sabios.
Así
que la próxima vez que alguien me pregunte ¿En dónde trabajas o a
qué te dedicas? voy a responder soy escritora… freelance.
Escrito por: Carolina Chavate
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