Delirio espiritual por Walter Mercado
Perdí a mi gato Bartolo y mi trabajo. Al comenzar el año me sumergí en las tinieblas de las almohadas y de las cortinas impenetrables. Padecí la enfermedad de la nostalgia, esa que paraliza. Cuando me abrazaron los días muertos salí del insomnio con fiebre y me puse en la boca un corazón de piña hasta desangrarlo, agarré mis zapatillas y corrí largas calles hasta que no pude más. Cuando éramos niñas, mis hermanas y yo escuchamos algo extraño fuera del apartamento donde vivíamos. Salimos y encontramos un ave grande y blanca, jamás la habíamos visto. Le dimos migas de pan y agua, pero no quiso acercarse, se quedó mirándonos en el descanso de las escaleras del bloque. Antes de irse extendió sus alas, con susto nos entramos y cerramos la puerta. Por el ojo mágico la vimos alejarse. Luego en la enciclopedia buscamos y nos asombramos porque fue una lechuza la que nos visitó. Desde entonces estuvimos seguras de que las diosas nos protegen. En mi memoria siempre han estado los ojos d...