A propósito del gran triunfo en los caballos de acero...

Premio al ciclista desconocido 

Vuelta a Colombia 1964.Cochise, Montoya, Gómez y Hernandez.
Los 4 primeros de esa vuelta. Tomada de 
http://decolombia.net/


Por Próspero Morales Pradilla


   La carrera de "ciclistas", que actualmente se adelantan en el país, debe ser algo muy divertido desde el punto de vista radiofónico, porque miles de radio-oyentes prefieren esta clase de programas a las audiciones de música. En tiendas, hogares y peluquerías. La Vuelta  a Colombia es una de las más emocionantes pruebas de resistencia auditiva. Terminada "la etapa", como dicen los aficionados para referirse a un trayecto, viene el descanso, que consiste en leer las informaciones periodísticas relativas al desarrollo de la competencia. Luego, discuten con el vecino las incidencias del día y a la hora de dormir, se dedican a los sueños ciclísticos. 

      Naturalmente, tan ardua labor apenas refleja los tremendos esfuerzos de cada "rutero". Aun cuando el radio-oyente queda vencido por la fatiga, no logra medir el coraje de los competidores. Estos jóvenes, alucinados por la gloria deportiva, no solo exigen el máximo rendimientos a sus músculos, sino que también entregan el corazón a la hazaña. Y no lo entregan metafóricamente, con un sentido épico de la literatura, sino fisiológicamente como futuros candidatos al infarto. 

      Pero si radio-oyentes y "ciclistas" merecen la admiración de las congéneres incapaces de cultivar tanto valor, este reconocimientos sincero alcanza su más alto grado ante la epopeya de quienes manejan la tramoya del certamen. Por los mismos caminos que siguen los "pedalistas", transita la heroica tropa de acompañantes, entrenadores y periodistas. Los primeros disfrutan de la carrera, los segundos van en pos del triunfo, los últimos soporta el peso de la gloria. Mejor dicho: estos son los verdaderos autores, consuetas y directores del espectáculo.  Sin ellos, sin sus voces y sus cuartillas, la gloria no existiría. Es fácil llegar a la meta para caer en brazos de muchedumbre cariñosas. Pero no es envidiable llegar "empolvados y jadeantes" a escribir la crónica, sondear la opinión y contar a los lectores cuanto ya han oído como radio-oyentes.

      Junto con los treinta o cuarenta "ruteros" realiza su hazaña un batallón de "ciclistas" desconocidos, cuya aventura nunca merece aplausos. Sin embargo, sería aconsejable tributarles público reconocimiento. Yo me permito sugerir la organización del premio al "ciclista desconocido", que debiera distribuirse entre el locutor, el reportero y el fotógrafo que mejor colaboración hayan prestado al desarrollo de la Vuelta a Colombia. Tal vez la Asociación Nacional de Radiodifusión, por una parte, y la Comisión Nacional de Prensa, por la otra, pudiera escoger a estos campeones que no buscan glorias, ni aplausos, ni multitudes, sino algo más humano: la noticia. 


Tomado de "El mirador de Próspero",
 El Tiempo, 31 de enero de 1954.




Próspero Morales Pradilla nació en Tunja en 1920 y murió en Bogotá en 1990. Periodista y escritor, colaborador de El Tiempo, El Espectador, Estampa, Sábado y El Nacional de Caracas. Alternó la literatura, el periodismo, y la diplomacia. A partir de los años cincuenta publicó dos columnas en El Tiempo: "El mirador de Próspero" y "Compás de espera", esta última especializada en el mundo literario. "El mirador..."era una columna breve , ligera y exquisitamente escrita, en la que la filosofaba sobre asuntos filosóficos, urbanos y culturales. 

Tomado de la Antología de notas ligeras colombianas. 
Maryluz Vallejo y Daniel Samper Pizano.  
       



     

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