EL DESTACADO DE LA SEMANA...

El deber de rescatar el sentido literario en los principales diarios del país es una tarea en donde cabe la frase "Todo tiempo pasado fue mejor".
Los develados periodistas y escritores que tuvieron y tienen el rey midas en sus manos.
He aquí un espacio para habitar en los confines de los hechos narrados.

"No se culpe a nadie de mi muerte"
Por Daniel Samper Pizano


Manet, Edouard: Selbstmörder - Zeno.
   Cuando el inspector Tópaga, James Tópaga, llegó al lugar donde una llamada anónima había reportado la presencia de un cadáver  encontró la carta. Había sido escrita , evidentemente, por ese hombre cuyo cuerpo estaba tirado en el suelo.

  El inspector Tópaga tomó el papel y leyó.
    
    "Señor juez ---empezaba diciendo, a la usanza de las viejas novelas---: no se culpe a nadie de mi muerte.
    
"He sido un incomprendido a lo largo de mi vida, y resolví que no vale la pena seguir intentando acomodarme a este mundo que me empuja , que me desplaza , que me margina, que me rechaza. He llegado a ser un Nada. Esto explica la decisión fatal que he tomado.

Operadoras de teléfono

    "Mi abuelo era pianista de cine mudo y mi abuela operadora de teléfonos   Cuando llegaron las películas sonoras, mi abuelo perdió el empleo. Vivieron de lo que ganaba mi abuela en la Empresa Telefónica  Era la operadora Nº. 28 del servicio manual y le pagaban 70 pesos al mes. Más tarde, cuando empezó el servicio semiautomático,  pasó a ser la operadora Nº. 14 y a ganar 35. En los años cincuenta también ella se quedó sin puesto.

    "Para entonces ya mi padre era un joven que quería llegar muy alto y veía coronado sus sueños. Era deshollinador. Su trabajo consistía en subir a los techos de las casas y limpiar desde allí los buitrones de las chimeneas. El y su hermano juntaron ahorros y montaron una corbonería. Esa era, según mi padre, la mejor manera de garantizar que siempre tendría trabajo, pues a quien le hacían firmar un contrato para deshollinare la chimenea.

      " Mi padre había conocido a mi madre en un tranvía descubierto, de los que desaparecieron el 9 de abril. Ella trabajaba como remalladora de medias en un pequeño taller situado en el quinto piso de un edificio del centro que demolieron en enero pasado. Años más tarde, mi pasión de niño iba a ser la de subir y baja en el ascensor, ese invento maravilloso que se remontaba hasta las azoteas como por arte de magia.

     "Cuando las estufas eléctricas y de gas empezaron a reemplazar a las de carbón, mi padre y mi tío pensaron que se trataba de una moda pasajera.

    Esta deplorable visión de los negocios había sido heredada de mi bisabuelo, que invirtió y perdió toda su fortuna en una plantación  de caucho con la idea de que el plástico nunca llegaría a ser comercial.  El caso es que a los pocos años los carboneros estaban en la rutina, y ni hablar de los deshollinadores. 

  "Mi tío optó entonces por invertir los ahorros de su mujer, que era profesora de latín, en un negocio seguro.

   " ---Las estufas de carbón podrán desaparecer, pero las cabezas no---, pensó mi tío. Y montó una fabrica de sombreros.  Las cabezas , en efecto, no desaparecieron. Pero pasada una década ya casi nadie usaba sombrero  Lo peor fue que en 1963 el ministerio de educación borró el latín del pensum oficial, y también mi abuela quedó desempleada.

   " En cuanto mi padre, dijo que había  que apostar por el futuro:  " si los electrodomésticos nos quitaron el pan... fue su reflexión ---, los electrodomésticos lo devolverán".  Y tomó un curso largo y costoso por correspondencia de la Hempill Schools sobre reparación de radios de tubos. Al año siguiente salieron al mercado los radios de transistor y los conocimientos de mi padre quedaron derogados sin remedio.

http://cuatrotipos.wordpress.com/2008/page/21/
    "La depresión profunda que azotó al pobre se volvió grave cuando mi madre fue a parar a la calle por culpa de las nuevas medias irremallables. Un amigo de mi taita acudió en su ayuda y le enseñó a operar linotipos. Vendimos la casa y, con ese dinero, mi padre compró un linotipo de tercera manos e instaló una imprenta. Gracias a la influencia de su amigo, pudo venderla como chatarra un año más tarde, cuando se impuso la impresión en off-set .

"Yo, mientras tanto, seguía hablando de un vehículo para subir a las estrellas.

    "---El niño va ser piloto --aseguraba mi abuelo , que había comprado una máquina para afilar cuchillos a domicilio. Fue la última de su índole que se ve vendió en América.

    "---Que va : cuando más, ascensoristas --- decía mi abuela, que trabajaba como ordeñadora porque  "este es el unico oficio que jamás podrá ser reemplazado por una máquina."

    " Mi abuela murió de infarto en el momento en que enchufaron el primer ordeño eléctrico en el hato y le encendieron  carta de despido a once trabajadoras. Mi abuela la sepultó, adolorido, en un panteón del Cementerio del sur que había comprado para ella, con la seguridad de que jardines del Recuerdo, que en ese momento valía la mitad, no iba a valorizarse. A él lo enterraron dos años después en el mismo sitio: se había tomado media botella de aguardiente y seis dosis de veneno para ratones. Allá fueron también a parar los restos de mi madre, que falleció estudiando para un examen de esperanto, "la lengua que todos hablaremos en 1995". Mi padre se unió a ellos pocos años después, cuando obtuvo la licencia exclusiva de la marca Betamax para América. Acababa de empezar la conversión a VHS.

Ascensorista, Santiago, Chile
por Marcelo Montecino

   "Yo, que ya estaba en edad de ganarme la vida por mi cuenta, me presenté en el edificio donde había trabajado mi mamá y solicité al administrador, que había sido amigo suyo, el puesto de ascensorista.

    "---Cuándo lo siento, mijo--- me respondió---.  Los ascensores ya no necesitan ascensorista. Pero hay una cosa nueva, que se llama informática, y me ofrecieron una beca para estudiar un curso. Si quieres, te la cedo.

      "---"¿Inforqué? --- contesté, descorazonado por lo del ascensor---. Nada con semejante nombre puede tener futuro.

      "Y así seguí, señor juez, durante un tiempo más: desencajad, proscrito  incomprendido. Hoy resolví imitar a mi abuelo y poner fin a mi vida como mueren las ratas, que es lo que he sido:  una pobre rata abandonada y marginada. Lo decido por mi propia voluntad. No se culpe a nadie de mi muerte"

  El inspector se inclinó y levantó al pobre tipo. Apestaba a aguardiente , pero estaba  sano y salvo. Le aconsejó que se fuera a dormir y recogió un objeto que el hombre había apoyado contra la sien, convencido de que era el arma letal.

   Se trataba de una de esas cajas que emiten ondas de infrasonido para alejar a los ratones.

   ---Menos mal que ya nadie combate los ratones con veneno--- suspiró el inspector Tópaga, James Tópaga.

       El caso había concluido.


POSTRE DE NOTAS.  Carrusel.

    

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